Ser feliz siempre ha sido mi prioridad. Mi razón
de ser. Y si no me equivoco, la prioridad de casi todos. Muchos me han
preguntado cómo es posible mantener cierta visión de optimismo y felicidad
cuando nos arremete con todo la tragedia. Nada es para siempre. Ni lo bueno ni
lo malo es eterno. Y no siempre lo que nos parece al principio un inicio de
desgracia tiene que ser necesariamente nuestro indicio de una incipiente
desdicha. Nada es para siempre, pero si nos centramos más en esos pequeños
detalles que nos llenan la vida de colores, dejando de lado aquello que nos
vuelve la vida de cuadritos, lograremos sentir a plenitud esos grandes e
inesperados milagros cotidianos que se suceden a nuestro alrededor, nos daremos
cuenta que en realidad cada segundo aprovechado será como haber sido felices
toda la vida. Habrá valido la pena. Como lo
cuento en este libro, gracias
a la ayuda de unos padres que supieron inculcarme ese amor incondicional, sin
barreras, contagioso y sin reservas, hoy puedo decir que es más lo bueno que he
vivido que lo que he sufrido. Han sido más los recuerdos maravillosos de esos años
de fiesta, de amor y desvarío que los desvelos y noches de insomnio que
amenazaron con arrebatarme mi infancia plena y dichosa. Descarga este libro
para que tengas una idea del por qué es mejor una visión optimista, alegre y
sincera que una visión fatalista y deprimente. Gracias a que pude revertir mi
manera de enfocar las cosas pude encontrar el camino que me llena de una paz
verdadera, plena.
Aquí te dejo el enlace a mi libro. Espero que disfrutes leyéndolo como
yo disfruté escribiéndolo.
Gracias por compartir mi forma de pensar.