10/9/16

Las señales de Dios




Cuentan que un viejo árabe analfabeto rezaba todas las noches con tanto
fervor, que el adinerado jefe de la caravana, intrigado al verlo, resolvió
llamarlo para salir de dudas. Le recriminó:


-¿Por qué oras con tanta fe? ¿Cómo sabes que Dios existe, si ni siquiera
sabes leer…?


-Sí sé leer, señor. Leo todo lo que escribe el Gran Padre Celestial –fue
la respuesta del viejo árabe.

-¿Cómo así?

El humilde siervo se explicó:

-Cuando recibís una carta de alguien ausente, ¿cómo reconocéis a quien
escribe?

-Por la letra –el jefe hizo un ademán con las manos como si estuviera
escribiendo.

-Cuando os regalan una joya, ¿cómo sabéis quién la hizo?

-Por la marca del orfebre.

-Cuando oís pasos de animales alrededor de la tienda, ¿cómo sabéis si se
trata de un carnero, un caballo, un buey…?

-Por las huellas –respondió el jefe, sorprendido ante aquel interrogatorio.

El viejo devoto lo invitó a salir de la tienda y le mostró el cielo.

-Señor, aquellas cosas escritas allá arriba, este desierto aquí abajo, nada de eso podría haber sido diseñado ni escrito por la mano del hombre.


El jefe de la caravana miró nuevamente al viejo siervo y sonrió. No volvió a molestarlo nunca más.