22/1/16

Razones para ser feliz


Ser feliz siempre ha sido mi prioridad. Mi razón de ser. Y si no me equivoco, la prioridad de casi todos. Muchos me han preguntado cómo es posible mantener cierta visión de optimismo y felicidad cuando nos arremete con todo la tragedia. Nada es para siempre. Ni lo bueno ni lo malo es eterno. Y no siempre lo que nos parece al principio un inicio de desgracia tiene que ser necesariamente nuestro indicio de una incipiente desdicha. Nada es para siempre, pero si nos centramos más en esos pequeños detalles que nos llenan la vida de colores, dejando de lado aquello que nos vuelve la vida de cuadritos, lograremos sentir a plenitud esos grandes e inesperados milagros cotidianos que se suceden a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que en realidad cada segundo aprovechado será como haber sido felices toda la vida. Habrá valido la pena. Como lo cuento en este libro, gracias a la ayuda de unos padres que supieron inculcarme ese amor incondicional, sin barreras, contagioso y sin reservas, hoy puedo decir que es más lo bueno que he vivido que lo que he sufrido. Han sido más los recuerdos maravillosos de esos años de fiesta, de amor y desvarío que los desvelos y noches de insomnio que amenazaron con arrebatarme mi infancia plena y dichosa. Descarga este libro para que tengas una idea del por qué es mejor una visión optimista, alegre y sincera que una visión fatalista y deprimente. Gracias a que pude revertir mi manera de enfocar las cosas pude encontrar el camino que me llena de una paz verdadera, plena.


Aquí te dejo el enlace a mi libro. Espero que disfrutes leyéndolo como yo disfruté escribiéndolo.

Gracias por compartir mi forma de pensar.

7/1/16

Pared o ladrillos. No importa las circunstancias.



Cuenta una vieja historia que en una antigua e importante ciudad europea en el medievo había tres hombres trabajando en una obra. Los tres estaban colocando piedras, una tras otra, que iban uniendo con argamasa.

Se acercó un peregrino al primero y tras saludarle le preguntó con curiosidad sobre lo que estaba haciendo. Casi sin mirarlo, incluso algo molesto ante quien pregunta lo obvio, el hombre que estaba trabajando le dijo que estaba poniendo ladrillos.

Se acercó el peregrino a un segundo hombre que estaba trabajando unos metros más allá y con la misma curiosidad, tras saludarlo, también le preguntó sobre qué era lo que estaba haciendo. Este segundo hombre le dijo que estaba levantando una pared.

Aun tuvo curiosidad el peregrino para acercarse al tercer hombre que estaba unos metros más allá y tras saludarle también le pregunto sobre qué era lo que estaba haciendo. Este tercer hombre, miró con entusiasmo al peregrino y le espeto: estoy construyendo una hermosa catedral.

A pesar de las circunstancias que uno enfrente, debemos estar siempre dispuestos a ver el lado agradable de nuestra situación. Centrarnos en solo ver el ladrillo que nos tocó llevar, o agradecer la oportunidad de poder construir con nuestro ladrillo una hermosa catedral.